Estos ensamblajes de Viteri, a veces descarnados en su soledad reminiscente de los páramos andinos, unas veces negros y otras veces rojos, a veces repletos de multitudes coloridas donde apenas asoma el cielo o donde un haz de luz ilumina a unos pocos, al centro, dentro de un cuadrado. Históricos a través del tiempo. 

La obra pictórica de Viteri se despliega desde muy temprano, apenas cuando era adolescente. Su formación académica en arquitectura, hizo que recibiera clases privadas al mismo tiempo con los maestros Jan Schreuder y Lloyd Wulf, quienes llegaron al Ecuador hacia los años 50’ y abrieron sus talleres para un público diverso. Es por ello, en gran parte, que su obra temprana se deriva hacia la abstracción muy rápidamente, tomando como referencia los aportes de las vanguardias que serían de gran significado para las nuevas generaciones de artistas en el Ecuador de aquel entonces.[...]

El dibujo en tinta ha sido desde muy temprano uno de los más ricos medios para Oswaldo Viteri, sobre todo a partir de su encuentro con el artista polaco Maryan, durante su estadía en España en el año 1969. El dibujo neofigurativo de enorme carga expresiva e inmediatez le permitirán al artista hasta el presente desarrollar un sinnúmero de imágenes y que transitan entre la abstracción pura y la figuración. Son muy conocidas sus tintas taurinas pero la envergadura de su trabajo en el dibujo es enorme.[...]

Precisamente, por la formación multifacética de Viteri, sus creaciones deambulan en varios campos de acción desde muy temprano en su carrera. Tal vez, es en la arquitectura donde su trayectoria ha sido más corta y menos explícita, pero su casa museo, como otros proyectos que están en maquetas son clara referencia de su rico lenguaje espacial. Los murales en mosaico de piedra también plantean un desafío tanto conceptual como formal para el artista que se pueden ver en dos importantes instancias en su carrera.[...]